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RETABLO DEL ABANDONO – Eva Zapico

Publicado en: amigos / amics

Retablo del abandono.
Como título me resulta de lo más sugerente.
La palabra abandono es, muchas veces, sobrecogedora.
Siempre florece en contextos librados al peligro.
Y tiene un eco de feminidad. De fragilidad. Siempre existe una víctima del abandono.
No liga bien con virilidad. Un hombre recio jamás sucumbiría al abandono.
Un hombre no reconoce esa palabra. No la usa referida a su persona.
Una cría, una casa, una mujer, tal vez una posesión…
Sí, una posesión, porque solo se puede abandonar lo que anteriormente se ha poseído.
Suso Imbernón acoge en su modo de estar alguna masculinidad perfecta.
Una mesura que solo puede significar cohesión interior.
Una armonía en su dibujo gestual que acompasa siempre a una representación universal del hombre cierto y encajado.
Suso Imbernón puede retrotraerme a un pasado vivo porque me hace sentir una absoluta certeza en que hace cuatrocientos años existió uno idéntico a él. Y hace mil años también. Porque es recipiente de muchas almas. Hay quien tiene ese don, necesario de actor.
Su voz ha de liberarse de la realidad supérflua ajena al momento verdadero y cuando esto suceda será un torrente…
Eva Zapico es la inteligencia y la curiosidad.
Me asombra su meticulosidad en la construcción de la idea. El valor absoluto del detalle y la precisión formal.
La búsqueda, el trabajo incesante en la consecución de un sentido elevado para cada imagen, cada hallazgo.
Imágenes vivas. En presente. Teatro sutil. Teatro fino. Femenino.
I la implicación, materializada de ese modo. Jugando a la idealización. Introduciendo su propio cuerpo, su mismo yo, en la belleza. Esa belleza colgada en las tripas de los grandes museos de arte y que ilumina nuestras invisibles redes eléctricas. Las mías se iluminan, las más primarias. Las que brillaban al ojear las ilustraciones de mi primer libro de arte.
La belleza desde una mujer. Desde Eva. Ella ha de ser la belleza. Y sí, ciertamente es.
Y aquí nace una reflexión. Yo como hombre vivo la belleza en el otro, la otra, lo otro y me falta el yo bello. Eva es más completa que yo en este sentido porque también busca y vive la belleza en si misma. Este hermoso espectáculo es una prueba fehaciente.

También oí la voz de Patricia Pardo. Cada vez la reconozco mejor y se propagan más vivamente en mi pensamiento sus agentes clownianos, y los punkianos, y los feminianos…  Me fascina su manera de apilar palabras para construir arquitecturas palpitantes.

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